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Ana

02 mayo 2008

"La gente que me gusta" y "No te rindas" de Mario Benedetti

¿Te has preguntado alguna vez cómo es la gente que te gusta? Mario Benedetti, escritor uruguayo de profunda sensibilidad y gran trayectoria literaria, parece tenerlo bastante claro. Y yo, después de esta presentación, todavía lo tengo más claro, pues él ha formulado en palabras, lo que yo ya intuía.
Además puedes pinchar, para que disfrutes con ella y puedas conocerlo mejor, en otra presentación de uno de sus poemas, No te rindas, dirigida sobre todo a aquellos que están a punto de plegar sus alas. ¿Te atreves tú a decirlo mejor?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Difícil tarea gustarle a Mario. Listón demasiado alto por exigente; digamos que el punto de partida para marcar el perfil de la gente que nos debiera gustar tendriamos que ser nosotros mismos.Si nuestro caracter está defindo por el egoismo, la avaricia, la envidia, etc; poco exigentes deberiamos ser: cualquiera y todos a la par cubrirían nuestras espectativas.
Yo creo que en una escala de valores morales el primero sería la justicia porque es el punto de partida de todos los demás. El gran problema de " ser justo ", está en discernir qué es lo bueno y qué lo malo; sólo se consigue averiguarlo poniéndonos en el lugar del otro y abstrayéndonos de influencias externas, por lo general negativas.
Si el miserable inframundo que te rodea influye en tu concepción de lo que es ser una " buena persona ", rehúyelo, repélelo y échalo con la ayuda de la indiferencia. No dejes que la abundante mala hierba invada tu florido huerto .
Continuará si los hados son propicios

Anónimo dijo...

Convengo contigo, estimado anónimo, que es ardua la tarea de gustarle a Mario, pero no por eso estrecharé mis límites, sino, bien al contrario, exigiré, sobre todo a mí misma, parecerme a esa imagen de imperfecta humanidad, pero tan difícil de conseguir, que Benedetti me ha entregado en palabras.
¿Cómo lo haré? No tengo ni idea. Día a día, envuelta en el fangoso lodo con el que convivo, intento elevar mis pies y desprenderme del sucio chapapote; sin embargo, siento que este me persigue, me coge, me atrapa, se apodera de mí y, en consecuencia, me distancia del objetivo que siempre he anhelado y que no difiere del que tú, sabiamente, has establecido: la Justicia.
¿Daré por perdida la batalla? Es posible: la negra envidia, la hipocresía, los disimulos, las falsedades, las máscaras, al fin, que me acorralan podrían confabularse y conseguir que olvide ser yo misma.
Estoy cansada, muy cansada... No me gusta la realidad que me rodea ni me gusto a mí misma... Me han arrancado la confianza en el ser humano y no sé cuándo podré recuperarla. Me han hecho daño.
Pero espero, al menos, que los hados sigan siendo propicios...

 
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